Stanley Brinks

Heliogábal

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DBF 19/1/2011 - Stanley Brinks (enésimo nombre artístico de André Herman Düne) actuaba algo tarde para ser miércoles en el Heliobábal, un pequeño bar de Gracia habituado desde hace unos años a conciertos de pequeño formato. Muchos de los presentes reservaban las pocas sillas que se agolpaban cerca del escenario esperando poder ver en primera linea algo que se acercara a lo que se pudo ver en 2008 en ese mismo lugar: Stanley Brinks puro y crudo.

Un tipo de aspecto tímido y burlón que incita al apego, mirando al suelo y tocando una guitarra poco curiosa con la pala llena de finales de cuerda colgando. En su primera aparición junto a Freschard sólo se dejó escuchar en la última canción del concierto de la parisina pero se la comió en la primera palabra con su peculiar e inconfundible voz, nacida para entonar los sonidos que navegan entre el folk urbano y el reggae norteamericano, a veces cantadas con un cierto ritmo de hip-hop, de sus canciones. Después de un cigarro de diez minutos entre la actuación de Freschard y el suyo propio (después fumaría otro desafiando la nueva ley entrante en el interior del local mientras actuaba) empezó a tocar sus canciones sin más ayuda que su guitarra. Pies juntos, balanceo de delante hacia atrás y sonrisa traviesa. Y una demostración rotunda de que un concierto intimista no tiene porqué permanecer el ambiente en absoluto silencio. André consiguió mantener a los asistentes a su lado a base de canciones sencillas, grandes letras, solos de guitarra absolutamente deliciosos e intensos y, sobre todo, mucha gracia. Gran parte del secreto fue el acento de André, fácil al ignorante oído inglés de los españoles. Con un repertorio poco agradecido, al no tocar más que un par de sus canciones editadas, consiguió hacer sonar voces de coro de todos los rincones del Heliogábal. Concierto de calidad, de esos que se recuerdan con orgullo y nostalgia. ¿Dónde se podía estar mejor que allí un miércoles?



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