DBF 26/7/2012 - Situación perfecta para un concierto loco de los de sudar toda la energía contenida durante una jornada de jueves. Noche tranquila, estupendo clima, Heliogàbal, Kokoshca..., y Mujeres otra vez. Les habíamos visto tantas veces que cuesta creer que nos hayamos perdido alguno de sus conciertos en todos los años que llevan haciendo bailar a la antigua. Les habíamos visto en salas pequeñas, escenarios imponentes, Primaveras Club, Primaveras Sound, Greats Escape en Brighton... Más cuesta creer que saliéramos anoche con la sensación de haber vibrado más que nunca con ellos.
Doble sold out en días consecutivos cuatro años después de haber tocado en Heliogàbal por primera vez. Empezó más bien tarde la sesión con Kokoshca y su Salou seguido de Kokoshca, ayudados por los numerosos asistentes ya en aquel momento. Algún problema técnico no les impidió sacar lo más salvaje de cada uno de nosotros con Mi chica preferida, La fuerza o No volveré, con Amaia a la batería. Contaron en dos canciones con la fantástica colaboración en el bajo de Pol (a quien cantaron el "cumpleaños feliz" al finalizar la velada) y la complicidad desde el gentío de Martí, ambos de Mujeres.
Con poco tiempo de descanso desde el final del show de Kokoshca y dando un fuerte impulso a su recién estrenado Soft Gems, Mujeres brindó un concierto tremendamente sólido y robusto. El calor y los sudores de la sala hicieron caer las gafas de los músicos desde la segunda canción. Sorprende la fuerza con que suenan nuevas composiciones como Salvaje, Calabrese fingers o See the lights aunque lo más aclamado fueron piezas de su anterior trabajo como Blood meridian, Wanna Boom o especialmente I walked the line. Tengo que destacar la progresión de I'm over with you, con sus acertadas partes instrumentales. Los momentos de máxima locura llegaron cuando se sacaron de la manga y por sorpresa el No volveré que había sonado minutos antes en ese mismo escenario, o cuando en plena Soft Gems Pol le colgó el bajo a Iñaki de Kokoshca y se marcó todo el "crowd surfing" que permitía el tamaño de la sala. Gente brincando y agolpándose a escasos centímetros de los músicos y banderolas festivas que colgaban del techo hasta hacía bien poco arrancadas y esparcidas por los suelos. Y llegaron los bises, en los que entonaron el estribillo "aquellos ojos turbios" que nos vienen regalando desde hace ya meses y acabando con el Run run run de la Velvet Underground mientras Yago no quería ser menos que su bajista y saltaba al público sin dejar de tocar la guitarra. Un concierto memorable, de los de sudar y salir del lugar con una sonrisa tonta e inexplicable.
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