DBF 20/8/2008 - Ay Ola olita.... Qué festivalazo pudimos disfrutar este pasado viernes. Sabíamos que iba a ser grande porque tontos no somos y nos habíamos leído el cartel. Tenía muy buena pinta y lo único que nos preocupaba era si íbamos a poder verlo todo. Es lo que tienen los festivales de verano. Esa preocupación viene con la entrada. La preocupación creció cuando ese mismo día la organización empezó a cambiar los horarios y cancelar actuaciones como le fue viniendo. Nosotros boli en mano apuntando, hasta que llegó un momento en que ya resultaba absurdo. Editors 01:30, Editors 01:15, Editors 01:30... al final Editors salieron a la 01:45 porque sí. Así unos cuantos más, así que decidimos tomarlo como una atracción más, esperando la sorpresa.
Llegamos a las 18 al recinto porque los listos cortaron la carretera que llevaba hasta allí, por lo que había que andar una barbaridad al borde de una polvorienta carretera de dos carriles y bajo un sol que deshidrataba hasta los cactus. Allí nos esperaba una de las actuaciones que nos tenía más intrigados: La de Lek Mun sin su teclista, reemplazado por un chelo con gran acierto. Costó arrancar ya que el astro que nos estaba asando mantenía un pulso con la asistencia al recinto. Poco a poco se fue notando el oficio de los catalanes, que fueron deshilachando los temas de su disco Infra Leve hasta que llegó su segundo corte My Own Weakness, donde surgió toda la magia que tiene esta cantante y que le salía invisiblemente de los poros de la piel y de su garganta, acompañada por una cortina de humo morada a juego con su vestido para poner la piel de gallina al público espectador. Se acercó al borde del escenario con gran complicidad con el público y se dejó llevar por la melodía soltando un chorro de voz comparable a lo que después llamaremos las "horas de la perfección". Ovación y hasta la próxima. La última Historia de lo Efímero fue como el paseo de la montaña rusa hasta que se detiene finamente después del último looping, dulce y renovador. Un concierto que de haber sido cuatro horas más tarde hubiera estado a la altura de grupos de mucha altura. Después estuvimos en la intimista My Brightest Diamond, que nos dejó muy buen sabor de boca con la suavidad de los matices de su música. Una música que deja una sensación de incorfomidad, pues cada una de sus canciones parecen ser incompletas hasta que se vuelven a escuchar una vez más, y la siguiente vez volverá a ocurrir, dejando todo ello en un bucle infinito. Engancha mucho. Ojo.
Jape es de esos grupos que no sabes bien a que juegan. Salen al escenario intentando aparentar alguna rareza, tocan y te das cuenta que acabas de tener un dejavu, pues algo parecido lo ves a diario. Es la sensación que nos dejó el directo que ofrecieron, que no hizo justicia a su último album Ritual. Nos deplazamos entonces al escenario principal donde ya había mucho moderno esperando la salida de MGMT, por lo visto exageradamente sobrevalorados. Personalmente me sentía poco esperanzado con estos chicos y al principio no me sorprendieron. Pero iban pasando sus pocas canciones una a una y me iba animando viendo cómo se sentían encima del escenario y cómo hacían sentir delante de él. Al final pues lo de siempre: Time to Pretend y Kids y ya se pueden largar contentos. Contentos y en pañales, como acabó su guitarrista, doble del pequeño de los Gasol cubierto de un escupitajo de arcoiris tirado a traición al principio del concierto. Como el sol les daba de cara, se le derritió y acabó pues eso, con una especie de pañal negro al estilo sumo que no le favorecía demasiado, quizás menos incluso que la túnica multicolor. Y aquí es donde empiezan las mencionadas "horas de la perfección": En orden de aparición, Goldfrapp, Björk y Massive Attack. En orden de perfección, a saber. Goldfrapp fue como una serie de latigazos de placer uno detrás de otro, con la suficiente separación entre uno y otro como para estar deseándolo y con la suficiente intensidad como para no querer que acabe. Temazos de ayer y de hoy tocados con maestría y sensualidad, fuerza y calidad. Björk, esperadísima entre los 17.000 asistentes que dice la organización que estuvieron presentes. Su concierto fue un alarde enorme de electrónica y tecnología punta. ¿Quién quiere una guitarra o un bajo cuando tienes una especie de gameboy con pantalla táctil que va mandando ondas transformadas en ritmos electrizantes directamente a tus oidos, un instrumento más parecido a un radar de torre de control aereo que hace más de lo mismo al poner cubitos sobre él y girarlos con un suave golpe de muñeca o una mesa de mezclas (táctil, como no) con bolitas y rayas que no sabes cómo pero te hacen una canción? Con esas bases rítmicas junto a la voz de la islandesa, temazos. Y al final, conciertaco. Y con Massive Attack, un viaje de esos de "ahora vuelvo, que se me llevan". Lo mejor del día. Los únicos a los que se les permitió hacer bis, porque no se podían marchar sin tocar Angel. Un concierto que amasó nuestros cuerpos hasta dejarlos flotando a un palmo del suelo con canciones que se nos hacían cada vez más cortas y nos parecían cada vez más buenas. Después de estos tres momentos, nuestras almas ya no volvieron a despertar del trance hasta las primeras notas de Editors. Ahí fue cuando renacimos en forma de fans histéricos, pues ante tal energía noEditorss vimos incapaces de mantenernos ajenos a la fiesta. Siempre hemos escuchado que estos chicos se parecen a Interpol, pero después de haber visto ambos directos habría que empezar a decir que Interpol se parece a Editors, en lo que al directo se refiere. Nada más lejos viendo las inmensas ganas que tienen los neoyorkinos de dormir al personal en los conciertos de su última gira. Fin de fiestas con 2manydjs, Soulwax y su NY Excuse. El aceptable concierto de Cut Copy llegó demasiado tarde, pues a las 5:30 era poca la gente que seguía con fuerzas para bailar, y la música de éstos es para disfrutarla moviendo el cuerpo.
Foto: David Brito
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