Seward

Jamboree y La Pedrera

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DBF 8/10/2012 - El deshielo. Los polos están derritiéndose a cada minuto, lentamente. Ante la fría calma del paisaje, todo ocurre a cámara lenta. Pero lo que está ocurriendo allí es de tremenda importancia, aunque es difícil darse cuenta ante la belleza del momento. Incluso los propios movimientos de cada uno no parecen estar controlados. Nos sentimos paralizados ante las circunstancias. Y da lo mismo, porque aunque no entendamos lo que ocurre, todo nos parece bello y extraño, un momento de los que difícilmente se repiten en contadas situaciones a lo largo de la vida. Uno de esos instantes en los que, sin saber porqué, no puedes dejar de mirar esa pureza. Perplejidad.

Esto es lo que transmitieron Seward en el auditorio de La Pedrera detrás de las proyecciones de Crátercollective. Sensaciones desconcertantes, imágenes inquietantes acompañadas por un témpano sonoro que creaban contradicciones en el pecho. Bombardeo de fotogramas más cercanos a la pesadilla infantil a remos de la calma más absoluta, con cambios de ritmo con la conocida firma de Seward, una banda tan sorprendente en directo como impactante. Jamás les hemos visto dos conciertos iguales. En la sala Jamboree una semana antes nos habían ofrecido una imagen muy distinta. Contrastes de color, cambios constantes entre el frío y el calor en una jam session trepidante, muy intensa. Un espectáculo lleno de ritmo, de calma y de catarsis nuevamente. Ira, emoción, llanto, furia y despropósitos controlados. Y es que Seward son genios, auténticos virtuosos que juegan de una forma insultante con la música hasta convertirla en un placer incómodo. Una lucha entre lo irreverente y lo cordial, entre lo correcto y el absurdo. Una vez dijimos, ante otra de sus exhibiciones, que Seward era un grupo para verlos al menos una vez en la vida. Rectificamos para decir que es un grupo para verlo siempre que se pueda, pues nunca se sabe qué es lo que van a ofrecer esta vez. Lo único seguro, garantía de calidad.

Foto: David Brito