CPB 7/12/2008 - Como manda la tradición, no hay año en que no tengamos noticias sobre el prolífico Conor Oberst. Este año deja a un lado su proyecto Bright Eyes, y se embarca en una aventura en solitario (como si lo que ha estado haciendo hasta ahora estuviese supeditado a un grupo o a otra persona).
El de Omaha es joven y tiene un talento innato para crear canciones. Esta vez deja de lado sus discursos políticos y filosóficos, y se larga a un rancho a componer temas con una clara influencia de la música tradicional norteamericana (aquí hay mucho Dylan, mucho Van Zandt y bastante de Neil Young). El resultado es algo irregular, en ocasiones da en el clavo con maravillas como la sublime Cape Cañaveral o la contundente Get-Well-Cards, mientras que en otros casos (por desgracia, son mayoría) da palos de ciego y tropieza, llegando a imitar al Bruce Springsteen más cansino.
Si a eso le sumamos la forma de cantar que tiene Conor Oberst, en la que enfatiza y remarca cada palabra como si fuese la última que vaya a decir en su vida, pues al acabar nuestra escucha nos deja con pocas ganas de repetir la experiencia.
Estaremos atentos pues, la temporada que viene, a lo que nos traerá el señor Oberst ya sea en solitario, en Bright Eyes o vete tú a saber en qué formato. Pero, tengan por seguro, que lo tendremos de vuelta.
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