CPB 19/8/2009 - Es algo inevitable, y nos pasa cada vez que nos cruzamos en nuestro camino con una manifestación artística catalogada como vanguardista. Como no encontramos una sola referencia que exprese su rechazo a dicha obra, nosotros que no queremos sentirnos inferior al resto, sentimos la necesidad imperiosa de llegar a su nivel.
Nos plantamos delante del artefacto en cuestión (en este caso, un disco), lo miramos, lo ponemos en nuestro reproductor y ponemos los cinco sentidos a la disposición de esta obra que nos hará entrar en el club de los ilustrados. Seremos los más modernos, los más snobs, miraremos al resto de la gente por encima del hombro sintiéndonos invencibles y privilegiados por tener desarrollada una sensibilidad de la que carece el resto de la muchedumbre.
Mierda, no le cojo el punto al disco (esto lo pensamos desde nuestras entrañas, no somos capaces a decir esto en público). Volvamos a intentarlo, ahora mientras lo escuchamos intentemos reflejar en nuestra mente alguna sensación que nos transmita la música (yo que sé, un viaje, un paisaje agradable,…). Sí, debemos auntoconvencernos de que tras esa música hay un trasfondo, un contexto, una moraleja, una metáfora. Parece que no funciona.
Sí, lo han adivinado, el disco me parece un coñazo de unas dimensiones considerables, pero apto por si quieren jugar a ser snobs, y contar al resto mamarrachadas sobre lo que esconde en realidad este disco. A mi que no me busquen más los Dirty Projectors estos.
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