ESP 9/7/2008 - Foals se mueven en un terreno extraño, juegan sus cartas allí donde el post-punk se encuentra con el techno, dónde la música de baile y los ambientes más etéreos van de la mano de la experimentación. Para ubicarnos Foals son unos Bloc Party más experimentales y obsesivos, menos preocupados en conseguir canciones inmediatas sino en explorar territorios vírgenes. Las atmósferas que dominan el disco son intensamente claustrofóbicas y a menudo desesperadas. Ésta es una música extremadamente cerebral, surgida de la cabeza antes que del corazón, los sentimientos (si es que existen en éste disco) son los de un maníaco con graves desordenes mentales.
La energía emana a borbotones incluso en las canciones más tranquilas, desde la primera nota sabes que hay algo acechando entre los arbustos, esperando el momento adecuado para asaltarte y, cuando llega el momento, te encuentras sumergido en un éxtasis compulsivo de beats, coros, guitarras, trompetas y sintetizadores. No defrauda. Ese es el punto fuerte del disco: no tener miedo a insuflar de energía unos pasajes descaradamente experimentales. No me arriesgaría a decir que esto es solo música de baile porque estamos ante mucho más, pero es cierto que hay momentos en los que sin duda nos encontramos ante un grupo empeñado en hacer bailar.
Foals buscan constantemente el momento, las canciones se estructuran a través de constantes subidas y bajadas de intensidad dónde cada instrumento desarrolla su papel a la perfección y cada segundo está estudiado al milímetro, desde la batería hasta los sintetizadores pasando por el minimalismo puntillista de las guitarras, todo es impersonalmente correcto. La producción parece hecha por las manos de un cirujano, cada sonido está en su sitio, cada nota está ejecutada con una perfección robótica, no hay nada fuera de lugar y ni mucho menos existe lugar para la improvisación, si no supiéramos que Foals son cinco chavales de Oxford que tocan cada uno su instrumento podríamos creer que todos los sonidos, desde la batería a las guitarras, han sido creados por un ordenador tarado con ganas de hacer música. La peculiaridad de las armonías y las melodías junto a una forma muy personal de tocar los instrumentos crean la mezcla ecléctica que es Foals.
Aún así uno se queda con la duda de hasta dónde hubiera podido llegar este grupo si en vez de mirar constantemente hacia sí mismos hubieran intentado agradar al público, no lo sabremos.
Éste no es un disco sencillo, ni siquiera intenta ser amable, estamos frente a un disco introspectivo y esa es sin duda una de sus mayores virtudes.
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