CPB 1/4/2009 - En esto de la música resulta primordial rodearse de buenos amigos y buscarse unos padrinos que te faciliten las cosas a la hora de dar el salto y de darte a conocer. Y si se llaman Antonio Luque y Jota, qué más se puede pedir. En ese punto es cuando nos obligan a pasar por el aro y escuchar un disco que por la portada y el nombre de la intérprete jamás se nos hubiera ocurrido. Pero si lo avala Jota…
Pues bien, Ana Fernández (que como es un nombre corriente y poco artístico, se rebautizó con semejante pedantería de La Bien Querida) no contenta con la ayuda promocional antes mencionada, lanza al mercado doce canciones que, no es que tomen influencias, sino que plagian con descaro la discografía de Sr. Chinarro y Los Planetas (sobre todo su última entrega La leyenda del espacio).
No se deja ni un matiz sin copiar. La misma temática en las letras, el mismo deje andalusí, las mismas palmas e incluso la misma formar de cantar (compruébenlo en El zoo absoluto y verán cómo alarga las sílabas tal como lo hace Jota “sieeeeeeempre mieeeeeeeeeente”). Con esta base, es difícil criticar el disco, si no fuera porque a la que llevas cuatro o cinco temas la voz empieza a empalagar debido a que su forzada desgana (¿otra influencia?) no acaba de combinar con su timbre de voz propio de cantante de radiofórmulas.
En definitiva, me llevo una ligera decepción porque ante tanta expectación me esperaba como mínimo algo más original (para bien o para mal), porque si algo me ha quedado claro es que antes de echar mano de este refrito me pongo El fuego amigo y lo disfruto más.
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