CPB 20/6/2009 - La crítica suele ser bastante cruel con según que propuestas nacionales y excesivamente benévolos con lo que se nos importa desde fuera de nuestras fronteras. Y digo esto, porque estoy convencido que si Patrick Wolf hubiera nacido (por poner un ejemplo) en Talavera de la Reina se habría llevado palos hasta en el carné de identidad.
Ya con The magic position (2007) me dejó bastante tibio, pero con este The Bachelor me llega a irritar, y mucho. Llámenme arcaico o conservador, pero esto de mezclar violines con bases bakalas me recuerda a esas trepidantes actuaciones de los países balcánicos en Eurovisión.
Wolf ha decidido olvidarse del pop y lanzarse de cabeza a una piscina sin agua llamada folktrónica que no hay por donde cogerla, y nos entrega un disco largo, aburrido y sobre todo, empalagoso. Mención aparte merece la portada, de vergüenza ajena.
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