Disco(S) Grande(S)

Forever Changes - Love

Lids 25/3/2012 - Unos se ganan la fama y otros cardan la lana. El refranero popular español se podría aplicar en esta ocasión sin pudor a Love, la banda Los Ángeles que siempre viviría a la sombra de sus coetáneos The Byrds y, especialmente, The Doors, pero que, sin duda alguna, serían los primeros en labrar el fértil terreno de la psicodelia californiana de finales de los sesenta y setenta.

Mientras Morrison y Manzarek se encontraban el uno al otro en plena post pubertad en UCLA, Arthur Lee, ya había trazado el perverso plan de convertir a su banda en el referente de la escena musical de Los Ángeles del momento. Espoleado por el éxito de la banda Roger McGuinn, Lee reclutó a Bryan Andrew MacLean para transformar The Grass Roots en Love.

En 1966, Love fichan por Elektra Records, y, un año después, lanzan ese cancionero que llegaría a convertirse en un clásico imprescindible con el paso del tiempo, Forever Changes, (Elektra Records, 1967).

El cuento de Forever Changes, comienza mal. La banda está a punto de disolverse. Problemas con las drogas y el alcohol. Publicado en diciembre de 1967,, es sin lugar a dudas, la alternativa a todo lo que sonaba y se exportaba en esos momentos en Estados Unidos. A primera vista, puede parecer que los segundones plantaron la raíz del "flower power", pero la mayoría de las letras en realidad refleja la atmósfera decadente de Los Ángeles de finales de los sesenta. Woodstock les llegó tarde pero con Alone Again Or, su mayor éxito y la canción que abre el disco, podrían haber izado la bandera de "paz y amor para todos" (“you know that I could be in love with almost everyone; I think that people are the greatest fun”,).

Guitarras acústicas, eléctricas, órganos, cuerdas y vientos, todos juntos pariendo la raíz de la psicodelia californiana con gusto exquisito. A House is not a motel, y ese solo de guitarra que cierra el tema es un vivo ejemplo. Como también lo es, sin duda, The Daily Planet,, que aúna en las letras ese espíritu hippie de la época ( “they will go far, she buys them toys to keep in practice, waiting on the war",) con una línea de bajo cautivadora.

The Red Telephone, comienza ligera, liviana y regeneradora, hasta que compás a compás y estrofra a estrofa, nos topamos con la cruda realidad de la Guerra Fría y el sentimiento de alienación de la juventud norteamericana de clase media hacia un conflicto que les es ajeno, una juventud que no es capaz de distinguir entre el bien y el mal si no es con una brizna de LSD en la punta de su lengua. "They are locking them up today, they are throwing away the key", canta Arthur Lee, sin saber que esas palabras podrían ser el espejo de la juventud española del siglo XXI.

Dejamos las connotaciones sociopolíticas para adentrarnos en la que, en mi opinión, es la mejor canción del disco: Maybe the people would be the times or between Clark and Hilldale. De perfecta estructura compositiva, la maravillosa sección de vientos y la hipnótica línea de guitarra final hacen de esta pieza un eterno disfrute para quien escucha.

Reminiscencias de The Byrds marcadas a fuego en Live and Let Live,, dónde las letras vuelven a poner en entredicho la falsa moral americana y vuelven a mostrarse únicos en recrear estribillos. Los teclados de The Good Humor Man He Sees Everything Like This, te hacen sonreír y piensas que no hubiese desentonado nunca como banda sonora de una versión apocalíptica del Barrio Sésamo. En Bummer in the summe, no pueden sonar más contemporáneos y clásicos a la vez, coqueteando con el country sin tapujos. Retornan serios en You set the Scene ,, donde todo el instrumental suena poderosísimo, dejando entrever guiños de blues, en uno de los cortes más largos del disco.

El LP original se cerraría aquí. Pero no puedo dejar de hacer mención especial del descarte Wonder People (I do wonder), una auténtica joya pop, de estrebillo meloso y especialmente pegadizo. Arthur Lee, tiñó de negro esas primigéneas raíces folk y, agitando la bandera del acid folk, logró componer un disco que se ha convertido en un auténtico clásico atemporal.